Hoy, que luego de varios años vuelvo al periodismo duro, dirigiendo Tolima 7 días de la Casa Editorial El Tiempo, inicio una serie de reflexiones sobre el oficio más bello del mundo y una serie de encuentros con periodistas latinoamericanos que vale la pena conocer. Hoy inicio con el argentino Martín Caparrós.
Si hay alguien en la Argentina que en los últimos años ha encontrado nuevas vertientes para hacer periodismo es Martín Caparrós, quien sobre todas las cosas pudo adaptar el periodismo a lo que le gusta. Da la sensación de que dijo “Cortázar tenía razón”, que el traje se adapte al cuerpo y no al revés. Al revés parecería ser precisamente el periodismo, una suma de estructuras y esquemas fomentados desde la práctica misma pero también desde la academia más insegura que aplica recetas y deja lugar a todo menos a la libertad para informar, para informarse y para contar. Caparrós es muy duro en su critica de la formación de los periodistas aunque sus señalamientos parecen bastantes atinados y referentes: los estudiantes de periodismo terminan siendo críticos de los medios y no periodistas. Algo muy similar dice Alejandro Rozitchner de la carrera de Letras, muchos críticos y pocos, casi ninguno deviene escritor.
La critica de la formación de los periodistas ya la señalaba Rodolfo Walsh y Caparrós lo cita: de ninguna manera tomaría para trabajar a un egresado de una escuela de periodismo que le vaya a pedir trabajo, porque un periodista puede ser cualquier cosa: un perverso, un delincuente, un turro...pero nunca un boludo. Un tipo que estudia cuatro años periodismo, es un boludo atómico.
Pero Martín Caparrós dice cosas mucho más interesantes que esas, probablemente producto de su desarrollada sensibilidad para el análisis político y cultural. Caparrós sabe mirar y esa cualidad para cualquiera resulta muy útil pero para un periodista lo es todo. Esa capacidad de ver puede desarrollarse y como señala Caparrós está muy relacionada con la formación de la persona, con sus experiencias de vida en el sentido más amplio de la expresión. Cuando cuanta por qué dejo de militar en los setenta y se fue al exterior revela mucho más que el natural peligro que corría. Él hace hizo un diagnostico del proceso que estaba experimentando en cuanto a su militancia, advirtió el transformación militar paulatina de un proyecto político que en un principio lo había llevado a activar desde la resistencia.
Ese tipo de conciencia y capacidad de análisis está íntimamente relacionado con cómo trabaja y desarrolla sus crónicas. Caparrós se detiene en el detalle inadvertido por evidente, rasca un poco y encuentra exquisiteces. Sus libros, sus columnas, sus crónicas escritas y también las audiovisuales evidencian algo así como un Método Periodístico que tiene de todo: sentido común, periodismo tradicional, capricho, proyección, profundo conocimiento de los procesos históricos y políticos, amor a la literatura y un gran sentido de la justicia social.
Caparrós sabe cómo contar sus historias a su manera. De hecho esa característica, el cómo nos cuenta, es notable hasta en su forma de hablar, no solo en sus libros.
En estos últimos tiempos, después de la resistencia y del exilio, de la universidad, los viajes y los incontables trabajos, Caparrós se agenció de una camarita digital, de una computadora y comenzó a experimentar con el lenguaje audiovisual. Cuando el programa de Jorge Lanata estaba en el aire, frecuentemente podíamos ver algunas de esas maravillosas crónicas, porque claro, además son eso, crónicas un genero tan estructurado y monótono aunque estrictamente eficaz al que supo darle unas vuelas te tuerca y convertirlo en un genero noble y hasta entretenido.
Caparrós tomó de lo audiovisual, digámoslo así, la mejor parte. Utiliza el lenguaje y las facilidades de la tecnología, y se ahorró los problemas que supone ese terreno: los canales de TV, la industria cinematográfica, la editorial y las distribuidoras. Juntó unos pesos y adquirió la compu y la cámara y así nomás directo al campo.
Hay mucho para tomar de Martín Caparrós, la idea de funcionalidad y de pragmaticidad, su lucidez política, su memoria, sus panfletos y sobre todo la apropiación sin pedir permiso que hizo del periodismo. Eso es muy destacable en tiempos de los megamedios, donde muchos sueñan con ser redactores de Clarín o de fundar un Página/12 –ah sí, también los hay a quienes les gustaría heredar un diario.
Caparrós ejerció sin vueltas una apropiación del periodismo pero también de la tecnología y eso esa es una lección que no podemos darnos el lujo de desechar. La idea de autonomía, de relato propio, de herramientas y soportes personales, de agenda personal, de que cada uno es un medio, revisando así la concepción tradicional de periodismo y proponiendo practicas más posibles y menos condicionadas, una versión antecedente a la movida actual europea Tactical Media que tiene a los weblogs como protagonistas y a la que próximamente nos referiremos.
Así armó su propio mundo que, no es poco, le permite ganarse la vida, haciendo lo que le gusta o algo todavía mucho más difícil, siendo periodista.
viernes, 8 de agosto de 2008
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