Un fragmento de este bello texto de Guillermo Cabrera Infante. No lo he leido, pero me encontré este fragmento en el poder de la palabra, y dije... a esto hay que meterle el diente. Un regalo luego de un receso de vacaciones. Un abrazo para los anónimos visitantes
Y sin música, quiero decir sin orquesta, sin acompañante, comenzó a cantar una canción desconocida, nueva, que salía de su pecho, de sus dos enormes tetas, de su barriga de barril, de aquel cuerpo monstruoso, y apenas me dejó acordarme del cuento de la ballena que cantó en la ópera, porque ponía algo más que el falso, azucarado, sentimental fingido sentimiento de la canción, nada de la bobería amelcochada, del sentimiento comercialmente fabricado del feeling, sino verdadero sentimiento y su voz salía suave, pastosa, líquida, con aceite ahora, una voz coloidal que fluía de todo su cuerpo como el plasma de su voz y de pronto me estremecí.
jueves, 23 de julio de 2009
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