La muerte de Jaime Mejía Duque, un experto en la obra de los rusos nos hizo recordar a Henry Luque Muñoz, mi viejo profesor de literatura rusa, que murió hace cuatro años. En cualquier nube que presagie aguacero deben estar ahora el par de viejos hablando de los vientos de Kabul y la gruesa nieve de Petersburgo. Que Dios los guarde. Aquí les dejo un texto de Luque.
Mi padre coleccionaba el canto de los pájaros
domesticaba las arañas bebía un cielo reventado
y saboreaba dulces vocales consonantes ebrias
aunque viviera estampillado contra el muro.
Mi padre coleccionaba huracanes serpientes
y heridas que nunca cicatrizan
una mujer coagulada en su espina dorsal
el trueno que gotea desde unos ojos huérfanos.
Cosido al fósforo con su lengua de diamante,
él se paseaba por el aire
discutía con el pico del cóndor
y el clamoroso viento lo llamaba por su nombre.
Jamás tuvo un no para la estrella errante
jamás tuvo un sí para el ladrido del resentimiento.
Mi padre escribía versos
que luego corrían en cuatro patas por la jungla
escribía con lava en el lomo de la nube
y en la caja del difunto
hasta que un día se le cerraron los párpados.
martes, 28 de julio de 2009
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