Un texto de Víctor del Val
Hace dos años inauguraron un cementerio en el predio baldío aledaño a mi casa. Poco a poco se fue poblando de tumbas, algunas lujosas, pobres y apenas señaladas por cruces la mayoría. Como es de suponer, se trata de muertos nuevos, que siguen añorando su antigua condición de vivos. Por la noche se asoman sobre los muros medianeros y asustan a mis perros, que ladran desesperados. Yo me escondo bajo las frazadas hasta que sale el sol.
martes, 25 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario