jueves, 29 de noviembre de 2007

El niño bueno

Sigamos con Cortazar, cortesía el fauno Hugo Buitrago

No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cortazar también es poeta

El interrogador

No pregunto por las glorias ni las nieves,
quiero saber dónde se van juntando
las golondrinas muertas,
adónde van las cajas de fósforos usadas.
Por grande que sea el mundo
hay los recortes de uñas, las pelusas,
los sobres fatigados, las pestañas que caen.
¿Adonde van las nieblas, la borra del café,
los almanaques de otro tiempo?
Pregunto por la nada que nos mueve;
en esos cementerios conjeturo que crece
poco a poco el miedo,
y que allí empolla el Rock.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Ahora un fragmento de Proust

Fragmentos que son todo un universo. Qué tal este de fragmento de La prisionera de Proust

Muy de mañana, mirando todavía a la pared y sin haber visto aún el matiz de la raya del día sobre las grandes cortinas de la ventana, sabía ya qué tiempo hacía. Me lo decían los primeros ruidos de la calle, según llegaran amortiguados y desviados por la humedad o vibrantes como flechas en el aire resonante y vacío de una mañana espaciosa, glacial y pura; en el paso del primer tranvía notaba yo si rodaba aterido en la lluvia o iba camino del azur. Y acaso a estos ruidos se había anticipado alguna emanación más rápida y más penetrante que, filtrándose en mi sueño, le infundía una tristeza que presagiaba la nieve o bien hacía entonar en él a cierto pequeño personaje intermitente tan numerosos cánticos a la gloria del sol, que acababan por provocar en mí, dormido aún, con un asomo de sonrisa y dispuestos los párpados cerrados a dejarse deslumbrar, un estrepitoso despertar en música. En aquella época, yo percibía la vida exterior sobre todo desde mi cuarto. Sé que Bloch contó que, cuando iba a verme por la noche, oía un rumor de conversación. Como mi madre estaba en Combray y él no encontraba nunca a nadie en mi habitación, dedujo que hablaba solo. Cuando, mucho más tarde, supo que Albertina vivía entonces conmigo y comprendió que la escondía de todo el mundo, dijo que por fin veía la razón de que, en aquella época de mi vida, nunca quisiera salir. Se equivocaba. Pero era muy disculpable, pues la realidad, aunque sea necesaria, no es completamente previsible; los que se enteran de algún detalle exacto sobre la vida de otro sacan en seguida consecuencias que no lo son y ven en el hecho recién descubierto la explicación de cosas que precisamente no tienen ninguna relación con él.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Del gran Henry Miller

Un fragmento del mítico Trópico de capricornio

Cuando me paro y me inclino hacia un farol para encender un cigarrillo, hasta el farol me parece un amigo. No es una cosa de hierro: es una creación de la mente humana, moldeada de determinada forma, torcida y formada por manos humanas, soplada por el aliento humano, colocada por manos y pies humanos. Me vuelvo y paso la mano por la superficie de hierro. Casi parece hablarme. Es un farol humano. ESTÁ DONDE CORRESPONDE, como la hoja de col, como los calcetines rotos, como el colchón, como la pila de la cocina.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Las líneas

Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea.
Augusto Monterroso

Despertó cansado, como si un tren lo hubiera pasado por encima. Abrió un ojo y no vio nada. Abrió el otro y vio las vías.
Norberto Costa

Hoy he amanecido como siempre, pero con un cuchillo en el pecho.
Joaquin Leguina

El conde me ha invitado a su castillo. Naturalmente yo llevaré la bebida.
Ángel García Galiano

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Teoría de Dulcinea

Qué tal este de Arreola?...Cómo me gustan las nuevas versiones.

En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta.

Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de hazañas, embustes y despropósitos.

En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.

El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire. Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca.

Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Más de los mínimos

Cada crepúsculo es un ensayo del sueño eterno.
Mario Benedetti

Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave: estaban hechos el uno para el otro.
Poli Délano

Había un niño de nueve años que mató a sus padres y le pidió al juez clemencia porque él era huérfano.
Carlos Monsiváis

Era tan mal actor que lloraba de veras.
Vicente Huidobro

Y justo cuando la silla cayó y sus piernas quedaron suspendidas en el aire, entendió cuánto quería vivir.
Noelia Anahí Sarabia

“Huyamos, los cazadores de letras estan aqu...”
Ana María Shua

miércoles, 7 de noviembre de 2007

La maestría de lo breve

Hoy, asistiendo a un seminario internacional de escritura creativa en Bogotá, me recordaron un cuento breve de Juan José Arreola.

La mujer que amé se ha convertido en un fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.

Sin palabras eh?

jueves, 1 de noviembre de 2007

Idgie

Sin saberlo, el martes publiqué un texto de María José Barrios desconociendo que era la misma Idgie por la que tantos amigos han preguntado en el MSN y que había publicado el jueves inmediatamente anterior . He aquí la prueba gracias a un anónimo Alberto, que también encuentra un cuento mínimo.

La señorita Idgie W. Mcgregor pensó muy fuerte su deseo y luego sopló las velas con los ojos cerrados.

Por increible que parezca, al abrir los ojos se había convertido en María José Barrios y tenía un bolígrafo y un cuaderno en la mano. Desde el papel, Idgie miraba a Mariajo interrogante, esperando el siguiente movimiento.