jueves, 31 de enero de 2008

Un poema

Ricardo Silva es poeta, de los nuevos. Lo encontré leyendo a Federico Díaz Granados, el amigo.

ASISTE, DE MAÑANA, A TODAS MIS ESCENAS.
Sé testigo de mi vanidad, de mi orgullo, de mi envidia.
Escóndete debajo de las camas, detrás de las puertas,
en los descansos mal iluminados de las escaleras,
mientras trato de serle fiel a mi propio personaje.
Adviérteme, en la tras escena de mis hábitos,
los lugares comunes que visito.

Llena mi vía de señales de tránsito secretas,
“Gire con precaución”, “Bifurcación”, “No pase”,
o deja caer algo, un lápiz, una taza de té vieja,
si pierdo la cabeza en los bordes de mi cuerpo,
si me abrigo con la ropa de los días perdidos,
si las mismas melodías no llegan, en paz, a mis oídos.
Recuérdame —a las 2 y 12 se olvida el principio—
la fidelidad sagrada a las palabras.

No debo perder mi vida. Debo quedarme quieto.
Mis instintos se aferran a una rutina, Dios,
porque no tengo otra manera de sanarme.

lunes, 28 de enero de 2008

Vamos a menos

Algunos fragmentos de una excelente reflexión de Juan Goytisolo. No dejes de leerla

La amenaza más grave que hoy pesa sbre el escritor y el futuro mismo de la literatura es su rendición sin combate a los halagos del poder mediático y a las crudas leyes de la compraveta: el tanto vendes tanto vales. Como escribá en su discurso de recepción del Nobel el novelista chino Gao Xingjian, "si el juicio estético del escritor debiera seguir las tendencias del mercado, ello equivaldría al suicidio de la literatura". En razón de la ausencia casi general de criterios de valor, todo vale. En corto, la cultura ha sido sustituida por su simulacro mediático y nadie o muy pocos elevan la voz contra ese estado d cosas. La rsignación y el conformismo con los poderes fácticos reinan en el campo literario. Inefable festival de burlas y vanidades. Propagandas desaforadas destinadas atransformar en obras de arte unos paros de mediocridad escasamente áurea cuando no atentados morales a la inteligencia y buen gusto, la distinción fundamental entre el texto literario y el producto editorial ha sido cuidadosamente borrada y, para emplear los términos acuñados por Antonio Saura, el "Hipo de la moda" se confunde con la "Moderna intensidad".

Y sigue Xingjian, "si el juicio estético del escritor debiera seguir las tendencias del mercado, ello equivaldría al suicidio de la literatura". Para no suicidarse, el escritor tiene que aceptar en efecto la soledad creadora, mucho menos dramática por fortuna que la de quienes, como Osip Mandelstam o Bulgakov, no pudieron ver impresa su obra o perecieron a causa de su exigencia moral y estética insobornable. Evocar el destino de éstos o de algunos grandes creadores de nuestr lengua (de los que tan poco sabemos) resultaría una ayuda preciosa en el momento de afrontar la alternativa.

La existencia de unos intelectuales orgánicos, no ya al servicio de un partido político o grupo social, sino de la empresa, tiene a la corta o a la larga, efectos negativos si no se toma conciencia de ello y no se adoptan medidas para circunscribir el mal.

Todos conocemos a estosescritores (buenos o mediocres, igual da) que están siempre en la brecha, allí donde deben esta y que si critican lo divio y lo humano se guardan mucho de emitir el menor reparo al funcionamiento del sector cultural y a unos favoritismos de los que son los primeros beneficiarios. Tal vez eso sea inevitable y dificil de erradicar. Pero si desaparecen las voces críticas o son ahogadas por un discuros satisfecho y eufórico -como sucedía en otra escala, mucho más nociva, en las antiguas Uniones de Escritores de los países del "socialismo real"- se corre el riesgo de hablar y aplaudir a quien habla de forma "autorizada"; en otras palabras, de confundir la voz propia con la voz de la sociedad.

Quién sabe si los foros espontáneos de internautas serán en el futuro la única alternativa viable a la tiranía de la trivialoidad. En este campo (el literario) si tenemos en cuenta los estragos de la seudocultura mediática y la ignorancia general de nuestro pasado, incluso el más próximo, no cabe sino concluir que vamos a menos.

martes, 22 de enero de 2008

La historia imperfecta

Un fragmento de La historia imperfecta de Hugo López Martínez. Un paraguayo con sabor colombiano que descubrí esta tarde.

El techo, la telaraña, la taza de café, el cigarrillo, piedras y solares de una geografía, la primera frase al fin lograda, las disgresiones alrededor de un mismo personaje, en fin, ese libro de reyertas y consentimientos buscando el contrapunto de lo natural y humano.
Lo insoportable y extraño en un roce perpetuo, línea tras línea. Allí está la plaza, el lugar común, la única vía de comunicación y de movimiento. El silencio cohabita con los balbuceos y las vacilaciones. El delator es un desheredado de la juerga cotidiana, borra e inventa nuevos nombres y apellidos. Alguien agrede la intención de revivir, nadie presiente ni recompensa el deseo de reconciliación entre el pesimismo y la clarividencia.
La estatua, otro lugar común, contrae los hoyuelos del transeúnte desenfrenado y en su blancura se disipa el estentóreo grito de la gente en la calle.
Escribir, entonces, es un aliento más para decantar a la vida en su vuelo de paloma por encima de las nieblas y de las cenizas.
Escribir, entonces, desde el fondo de los bolsillos, con el brillo de las vajillas, con la quietud del callejón, sobre el movimiento de la llave en la cerradura, sobre el pañuelo que envuelve despojos y lugares comunes, aunque duelan los dientes, aunque los labios estén rotos.

lunes, 21 de enero de 2008

Malcolm Lowry

Tanta desesperanza en este autor que nos regaló el mundo "Bajo el volcán".

Querida, querida, querida, dijo la golondrina china... De vez en cuando el paso de un tranvía ahoga el murmullo de tu recuerdo, de modo que incluso el recuerdo se convierte en un traqueteo de hierro espantosamente atenuado -transformado en mil campanadas de bronce que marcan el tiempo en mi cerebro con un millón más de campanadas, una por cada segundo, o por cada hora, o por cada neón que pasamos juntos-, pero aquí estoy, huyendo una vez más de mis sentimientos auténticos, que son francamente terribles.

miércoles, 16 de enero de 2008

El idiota

Un fragmento de esta novela de Fedor Dostoievski que juega con estos días llenos de secuestrados y tristeza

Un hombre que es asesinado por unos bandidos de noche, en un bosque, o algo por el estilo, tiene hasta el último momento la esperanza de salvarse. Ha habido casos en que un hombre a quien le han cortado el cuello tiene esperanza todavía, o sale corriendo, o pide que se apiaden de él. Pero en este otro caso, por el contrario, esa última esperanza, que permite que la muerte sea diez veces menos penosa, es eliminada con toda certeza: la sentencia está ahí, y la horrible tortura está en que sabes con certeza que no te escaparás, y no hay en este mundo tortura más grande que ésa. Lleve a un soldado a una batalla, póngale delante de un cañón y dispare, y él seguirá teniendo esperanza; pero si a ese mismo soldado se le lee una sentencia de muerte cierta, se volverá loco o romperá a llorar. ¿Quién dice que la naturaleza humana puede soportar esto sin perder la razón? ¿A qué viene tamaña afrenta, cruel, obscena, innecesaria e inútil?

lunes, 14 de enero de 2008

Caminos del espejo

Los caminos del espejo de la gran Alejandra Pizarnik... como para iniciar el año

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.