viernes, 4 de julio de 2008

Tirar demasiado de la cuerda

Un cuento de Woody Allen al que, desafortunada o afortunadamente, muchas veces solo conocemos por las películas.


Es para mí un gran alivio saber que por fin el universo tiene explicación;empezaba a pensar que era yo. Pero resulta que la física, como un familiarirritante, tiene todas las respuestas.El big bang, los agujeros negros y el caldo primordial aparecen todos los martes en la sección de ciencias del Times, y gracias a eso mi comprensión dela teoría de la relatividad general y de la mecánica cuántica está ahora a laaltura de la de Einstein, o sea, de Einstein Moomjy, el vendedor de alfombras.¿Cómo he podido vivir hasta ahora ignorando que en el universo hay cosas pequeñas del tamaño de la "longitud de Planck", que miden una millonésima deuna milmillonésima de una milmillonésima de una milmillonésima decentímetro?Si a ustedes se les cae una en un teatro a oscuras, imaginen lo difícil quesería encontrarla. ¿Y cómo actúa la gravedad? Y si de pronto dejara de actuar,¿seguirían ciertos restaurantes exigiendo chaqueta? Lo que sí sé de física es que, para un hombre situado en una orilla, el tiempo pasa más deprisa quepara un hombre que se halla en un barco, sobre todo si el hombre del barco vaacompañado de su esposa. El último milagro de la física es la teoría decuerdas, que ha sido anunciada como una TDT una "Teoría de Todo". Éstapuede explicar incluso el incidente de la semana pasada que aquí describo.El viernes desperté y, como el universo está en expansión, tardé más de lohabitual en encontrar mi bata. Por este motivo salí con retraso para ir altrabajo y, como el concepto de arriba y abajo es relativo, el ascensor en elque entré subió a la azotea, donde fue muy difícil parar un taxi. No olvidemos que un hombre que viajara en un cohete casi a la velocidad de la luz sin dudahabría podido llegar a tiempo al trabajo, o quizás incluso un poco antes, y sinduda mejor vestido. Cuando por fin llegué a la oficina y fui hacia mi jefe, elseñor Muchnik, para explicar la demora, mi masa aumentó conforme acelerabapara acercarme a él, lo que él interpretó como señal de insubordinación. Tras cruzar unas palabras enconadas, me aseguró que me descontaría ese tiempodel sueldo, que, en comparación con la velocidad de la luz, es de todos modos muy pequeño. La verdad es que si tomamos como referencia la cantidad deátomos de la galaxia Andrómeda, en realidad gano poquísimo. Intentédecírselo al señor Muchnik, quien me contestó que yo pasaba por alto que eltiempo y el espacio eran la misma cosa. Y juró que si esa situación cambiaba,me concedería un aumento. Señalé que si tenemos en cuenta que el tiempo yel espacio son una misma cosa, y que se tarda tres horas en hacer algo queresulta tener menos de 15 centímetros de longitud, ese algo no puedevenderse por más de cinco dólares. Lo bueno de que el espacio sea lo mismoque el tiempo es que, si viajas a los confines del universo y el trayecto dura tres mil años terrestres, cuando vuelvas tus amigos habrán muerto, pero nonecesitarás Botox.

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