lunes, 31 de agosto de 2009

A la orilla de la chimenea

Para acabar por ahora la ronda de Sabina.

Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual
que los labios que beso en mis sueños.
Puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño
y siquieres también
puedo ser tu estación y tu tren
tu mal y mi bien
tu pan y tu vino
tu pecado, tu dios, tu asesino
o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama
Puedo ponerme digno y decir
Toma mi dirección
cuando te hartes de amores barato de un rato
me llamas
y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red
tu adios y du ven
tu manta y tu frío
tu resaca, tu lunes, tu hastío...
o tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda
en mitad de la calle y desnuda.
Y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez
tu miedo y tu fe
tu noche y tu dia
tu rencor, tu por qué tu agonía
o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

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