martes, 23 de marzo de 2010

El primer coro de la roca

Te enseñaré el miedo en un puñado de polvo... que frase, como todas las de TS Eliot con quien estoy casado por estos días. Aquí les dejo el primero de una serie de poemas de este anglo norteamericano.


Se cíerne el águila en la cumbre del cielo,
El cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
Trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no dei silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.

1 comentario:

Rusvelt Julián dijo...

YO LA AMO


Yo la amo
Por eso no puedo evitarlo, evitar lo de mis versos
ningún día; otro día, que por fin decidas salir conmigo,
bajo una noche inmaculada
Sólo conversar con tu presencia idéntica del romance,
un buen romance y sin angustias
Así dejare de escribirte un poco, lindura,
pero entonces empezaré a pintarte el rostro,
bajo un mar de palomas rojas
Sólo tocarte en un eterno abrazo;
Alguna noche, que me hagas volver al aliento tuyo.

Yo la amo
Que por la vida nos veamos andando,
bajo los espejos del sin tiempo
Y sólo susúrrate, luego,
mi llenura de amor al reposado amor tuyo,
queriendo siempre esperarlo
Y así dejaré de pretenderte tanto en la vida,
porque sabré que ya estarás, andarás;
adentro de un jardín de otoño, mientras
yo sólo bebo de vos un largo beso de vos;
que me arrulla sobre tu pureza adónica.

Yo la amo
Que más pido yo, sino darte, yo,
mis desnudos sentimientos,
depositados en tus manos de mujer
Sólo antes yo me sentía como un soberano Dios,
Al ayer y cuando tu vida,
procuraba mí olvido de naufragio
así pues, dejaré de ser el intenso de las cartas;
hasta cuando el hoy o hasta cuando al mañana, hasta
cuando yo me sepa en tu instante,
que va de su noche al día
Sólo así, recorreré sin final, todo mi estío devuelto;
Que ya se quiere vivir al lado tuyo.

Yo la amo,
mujer, yo te amo, mi vida, mujer.

A Laura y mejor para Laura...