jueves, 19 de julio de 2007

El grito

Sólo cuando recordó que llevaba varios días sin pronunciar palabra, tuvo certeza de su soledad. Así que decidió lanzar un grito que la espantara de una vez por todas. Un grito que llenara la vieja casa y la calle y la ciudad entera. Un grito que le llevara al mundo su voz contenida desde hace tanto tiempo y que le hiciera sentir que su presencia, aunque inútil, aún hacía contestar a las piedras con el eco de sus palabras. Sin embargo, nadie lo escuchó. Ni los niños que corrían por el patio, ni la mujer que movía trastos en la cocina. Ni siquiera las paredes que hace quince años fueron testigos del disparo.

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