lunes, 3 de septiembre de 2007

Tarde

Un texto de relatos breves.com, que olvidó su autor

Mierda! No he oído el despertador. Ya debería estar en el trabajo. A ver ahora cómo justifico llegar tan tarde. Odio dar una explicación tan estúpida como “me he quedado dormida” y llegar a la oficina todavía con las rayas de la almohada en la cara. Me pongo lo primero que pillo, claro, la misma ropa arrugada que anoche tiré a la silla. Da igual. Será más creíble que ha sido totalmente accidental ver que vengo con la misma ropa de ayer. No me paro ni a echar de comer a la gata. En la parada del autobús me alarma aún más ver que no hay nadie. Fuera del horario normal nadie coge el autobús en un barrio dormitorio. Cuánto tarda. Pasan los minutos. Creo. Con las prisas me he dejado el reloj atrás. Mejor, no puedo ir en autobús y saber lo tarde que es. Si no está en mis manos correr más, prefiero no saber la hora. Las tiendas ya están abiertas. Pero no hay nadie en la calle, nadie en las tiendas, nadie en los bares. No pasa ningún coche. No se oye más que el silbido de las hojas secas moviéndose a ras de suelo. Una enorme angustia me invade por momentos. Me pitan los oídos en el silencio más absoluto. Ahora recuerdo que mi gata no ha maullado esta mañana pidiendo su comida. No la he visto siquiera. Mi desasosiego aumenta vertiginosamente. Deshago mis pasos para volver a casa. El ascensor no hace el más mínimo ruido. Mis llaves no suenan al girar en la cerradura a pesar de que las sacudo nerviosamente. Cierro de un portazo que no suena. Corro a mi cama. Allí estoy yo. Acostada. Y en ese preciso instante de pie, con mis ojos de par en par aflorando las lágrimas, me veo cómo despierto y me incorporo angustiada en la cama. Y en un movimiento vertiginoso, ya estoy ahí. Yo soy la que está sentada en la cama con el corazón palpitante y los ojos llenos de lágrimas.

2 comentarios:

jecia23 dijo...

Me parece que este cuento se acerca a experiencias de muchas personas que pasan por lo mismo. El caso es que la hitoria posee un lenguaje sencillo pero preciso para narran la historia como si alguien estuviera contandomela en persona. me parece que posee un toque reflesivo interesante apartir de la subjetividad del autor pero conjugada con los casos reales del comun. fue la que mas me gusto

Carlos Orlando Pardo Viña dijo...

Es cierto. Además de lo que anotas, tiene un ritmo interesante. Uno puede sentir la angustia de la protagonista