viernes, 8 de febrero de 2008

Una rosa para Emilia

ah! las descripciones de Faulkner


Se pusieron de pie cuando ella entró, una mujer baja, gorda, de negro, con una fina cadena de oro que le bajaba hasta el talle y se perdía en la cintura, apoyada en un bastón de ébano con puño de oro opaco. Su esqueleto era pequeño y menudo; quizá por eso lo que hubiese sido mera robustez en otra, era obesidad en ella. Parecía hinchada, como un cuerpo largamente sumergido en agua inmóvil y con la misma tez pálida. Los ojos, perdidos en los repliegues adiposos de la cara, parecían dos pedacitos de carbón metidos en un bollo de masa, pasando de una cara a otra mientras los visitantes exponían su misión.

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